Historias de vida
Yessica Cambero Fonseca
Migrante venezolana, 32 años. Vive en Quito.
Desde que egresó como administradora, Yessica Cambero Fonseca siempre pudo conseguir trabajo en Valencia. Había llegado a esa ciudad a estudiar, proveniente de Barquisimeto. En su último empleo en Venezuela le ofrecieron cubrir los gastos de la carrera de Contaduría, por lo que se dedicó en los últimos años a los Informes de Auditoría. En el 2015, vio que no podía colaborar con sus padres con los medicamentos. Padeció la escasez. Empezaron a faltar artículos, como pasta de dientes y jabón. “Me frustraba bastante, era desgastante. Comprar era dificilísimo. Quería salir pero ahorrar en dólares era costoso. La expectativa de todos era salir de Venezuela. No había proyección de establecerse”.
Yessica apostilló sus títulos de estudio pero aún no podía migrar. Hasta que un amigo radicado en Estados Unidos la llamó: ‘¿Por qué no sales? ¿Cuánto necesitas?’. Con esa ayuda, armó su maleta, cogió sus papeles y tomó un ómnibus a la ciudad fronteriza de Cúcuta, en Colombia. Era fines de febrero. Llegó a Quito el 5 de marzo. Se alojó en casa de Vanessa, una de sus mejores amigas. Pensó que iba a poder ejercer su profesión de inmediato. Había invertido US$ 250 dólares para obtener una residencia temporal por dos años. Pero en Ecuador la situación fue difícil y tuvo que desempeñarse en distintos rubros: asistente de odontología, vendedora, mesera.
“A veces pensamos que ese país se tiene que adaptar a nosotros y es al revés. Siempre hubo la creencia de que somos un “superpaís”. Venir de eso cuesta mucho, bajar ese ego significa un proceso de duelo bastante intenso. Históricamente no estamos acostumbrados. Y fue lo que nos tocó vivir, no lo hubiésemos querido pero es lo que nos tocó. Hay que ver qué hago ahora en adelante con eso… Yo estuve meses desempleada. Metí hojas de vida para limpiar oficinas. Ya no me importaba, quería trabajar”. Fue en esa situación que se vinculó a la Fundación de las Américas para el Desarrollo (Fudela). Primero estuvo como voluntaria y luego como Gestora de proyectos, viendo “Emprende Segur@”, una iniciativa junto con la OIT.
“Las historias de las personas han transformado mi vida. Quiero seguir vinculada al ámbito social. No me veo volviendo a mi área. Tampoco me veo volviendo a Venezuela a vivir. La Venezuela que extraño hoy ya no existe y eso me da nostalgia. Mi papá falleció el año pasado. No tienes derecho a enterrar a tus muertos… pero cuando sales del país no te planteas eso, no vives tus procesos de duelo. Todas estas son situaciones complejas que debemos afrontar para seguir adelante”.